ervilleta, pell florida, tronchón, curados y semicurados… Las queserías valencianas se dan cita en el próximo certamen de Gastrónoma. Llega el momento de reivindicar lo artesano. Lo auténtico. Esto es HISTORIAS CON DELANTAL. Y te venimos a hablar de #DQUESO
El queso, si es queso, te debe susurrar cosas. Y si te susurra cosas, estás vendido. Te seducirá, te atrapará y hasta te someterá. Porque el queso es uno de esos productos que, cada uno a su manera, con su historia, despierta más capacidad de entusiasmo. Dentro de ellos, los que nunca suelen fallar son los artesanos porque, como todo en la vida, cuando algo ha sido elaborado con mimo, buena materia prima y sin prisas acaba transmitiendo verdad. Y esa verdad llega porque cada bocado de queso artesano te hablará del terreno, de los pastos que han alimentado al ganado, del clima, de la cueva donde han madurado…
En la Comunitat, poco a poco, granjas y queserías artesanas, de norte a sur, han ido buscando su espacio con productos que van ganando terreno. Quesos artesanos que, por primera vez, se dejan ver para reivindicarse en la próxima edición de Gastrónoma, en Feria Valencia, en algo que les ha dado por llamar #DQueso. Allí van a tener su espacio y allí se elegirá el mejor de ellos. Aunque eso es secundario. Lo primero es que se darán a conocer al gran público. Y aquí entra mi misión de hoy: descubrir algunos de esos quesos con rostro para hacerte salivar.
El pastor de Morella
Empezamos en Catí. Descubrimos el Pastor de Morella. En el corazón del Maestrazgo. Me cuelo en su mundo y ese mundo me hablaba de quesos trabajados de forma artesanal y con su propio sello. Ese sello que te dibuja un lugar y a sus gentes. «Es la herencia de cómo se hacían antes los quesos en las masías», afirma Miquel Vives. «La maduración la llevamos a cabo de manera natural, sin forzar ni acortar el tiempo en la bodega». Son quesos libres, que dejan correr sus mohos, a partir de la leche de su propio ganado. El pell florida, el oreado, el abrigo o el queso con trufa son algunas de sus tentaciones.
Hoya de la Iglesia
Hablamos de una empresa familiar, cómo no, que vio la luz en 1998 con 200 cabezas de ganado en Requena. A los tres años, ya contaba con 600 y su historia como quesería empezaba a dar los primeros pasos. La granja, fundada por Luis Roldán, está conducida en la actualidad por sus tres hijos: Luis, Manuel y Nacho. Ellos son los que han logrado, entre otras cosas, que sus quesos tengan una galería de premios que avala un trabajo meticuloso y bien hecho. «Es un queso con regusto avellanado y picante en su corteza», me desvela Nacho Roldán. En la actualidad, 1200 cabras abastecen la materia prima de unos quesos dignos de ser catados.
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